lunes, 20 de septiembre de 2010

LICOR HERBERET DE DONZELL

Estamos en la sociedad de conocimiento, o eso dicen.

Sin embargo las "propiedades" intelectual/industrial/de autor/etc. etc., están preocupadísimas porque utilicemos esa propiedad sin pasar por "caja".

Es cierto que todo trabajo debe tener un reconocimiento y una recompensa -sobre todo si es un trabajo bien hecho, por que, ¿quién me devuelve el dinero de un libro que he comprado, o de una película de la que he comprado la entrada, y a resultado ser un "petardo"?-, pero ¿cual es el "precio justo"?.

Y utilizo la palabra "justo" no como sinónimo de ajustado y exacto, sino como conjugación del concepto de "justicia".

En recetarios creo que lo "justo" es poder compartirlos, y si una receta me parece interesante, ¿por que no voy a poder "colgarla" en mi blog, igual que la compartiría con mis amigos?.

Esta receta es del libro "Plantas medicinales y comestibles" de los autores Antoni Conca i Ferrús y Josep Enric Oltra i Benavent -o lo que es lo mismo pero menos "nacionalista", Antonio Cuenca Hierro y José Enrique Oltra Benavente, ¿tan importante es diferenciarse?-, el ejemplar del libro que compré y pagué esta editado por la Caixa Ontinyent "la caixa de les comarques" -que sin embargo a pesar de ser tan "local" bien que acepta el dinero de mis impuestos, aunque no sea de la comarca, para salvar su balance y sus cuentas, en fin, los contrasentidos que se perpetúan gratuitamente por que nadie dice eso de "hasta aquí hemos llegado"-.

RECETA:

Licor de hierbas de ajenjo moruno.

"En Ontinyent un grupo muy reducido de gente preparaba un licor de hierbas que utilizaba como única hierba el ajenjo moruno. Esta planta era cultivada en los jardines y los lindes de los campos para que nunca faltara, ya que no se trata de una planta autóctona. No obstante, ha de decirse que la planta se esparce y dispersa con facilidad.

Este herberet era un licor fuerte y seco, ya que en su fabricación -yo diría elaboración puesto que para su obtención no son necesarios procesos fabriles/de fabrica- no entraba el anís dulce. Para elaborarlo se llenaba una botella de briznes -briznas, pequeñas ramitas- de ajenjo moruno florido y se añadía una mezcla formada por tres partes de anís seco, tres parte de alcohol de farmacia -alcohol de boca- y tres partes de agua. Todo el conjunto de dejaba reposar durante una cuarentena y posteriormente ya se podía beber.

En la actualidad el alcohol que se vende en las farmacias no se puede utilizar para preparar derivados que después se hayan de beber, tal y como señala en los mismos recipientes -sin embargo, tanto los orujos a granel, como el ron blanco y el vodka, siempre que sean de una calidad aceptable pueden sustituir a aquél-.

El ajenjo moruno es la planta con la cual se elabora la absenta, un licor en la actualidad prohibido por los efectos nocivos que tiene sobre la salud, concretamente sobre el sistema nervioso -hoy a vuelto a producirse con nuevos sistemas de destilación, doble y/o triple, que hacen de la "nueva" absenta un licor apto para el consumo, aunque poco extendido-.

Esta receta me ha recordado otra, esa otra, que pertenece al libro de Carme Ruscalleda de título "COCINAR PARA SER FELIZ", de la editorial "Viena Ediciones", es la que sigue y ahí va:

CONFITURA DE SOLTERON "VIEUX GARÇON":

Se necesita un tarro MUY GRANDE.

Se trata de una conserva que debe comenzarse en primavera y que aparece en la mesa el día de Navidad. La receta es originaria de la Francia central; generalmente la preparaban señoras que estaban al servicio de jóvenes de buena casa que habían envejecido y permanecían solteros. Estas señoras solían ser grandes cocineras y en primavera comenzaban una confitura para el joven solterón. Llenaban un tercio de la capacidad de un tarro grande de porcelana o de vidrio con un destilado de la región. Podía tratarse de un "eau-de-vie" de pera, de cerezas, de manzana o de frambuesas. A lo largo de la primavera, el verano y el otoño permanecían atentas, buscando en el mercado aquellas frutas que estuvieran en su mejor momento para que, al añadirlas a la confitura, ésta resultase una auténtica maravilla.

Esto permitía que siempre hubiese fruta en óptimas condiciones para el consumo domestico, y si el "señorito" no la consumía no se desperdiciaba por que se incorporaba a la confitura y se podía comprar fruta fresca.

Ingredientes:

Un gran tarro de vidrio o cerámica con capacidad para unos 10 litros.

3 litros de vodka de calidad

En Primavera: fresones, albaricoques, cerezas, peras de San Juan

En Verano: melocotones, ciruelas

En Otoño: higos, uva

Azúcar: de 3 a 4 Kilos

Elaboración:

Disponer de un tarro adecuado de cerámica o vidrio para contener alimentos y llenarlo en un tercio de su capacidad con un aguardiente. Carme Ruscalleda -o Toni Balam su esposo con el que ha formado/forma un gran equipo en lo humano y en lo profesional- emplea vodka porque encuentra que se trata de un aguardiente que respeta los sabores de las frutas que se van incorporando a la confitura -un ron blanco, o un orujo, también son alcoholes que yo creo que pueden servir, sobre todo cuanto más alcohol y más sabor neutro tengan-.

Es una confitura muy sencilla de realizar. Basta con tener este tarro, lleno de aguardiente como se ha indicado, en un lugar fresco y oscuro; una bodega sería el lugar apropiado para guardarlo.

Del 21 de marzo al 21 de junio, hemos de permanecer atentos a las frutas de primavera que vayan apareciendo. Procuraremos que sean de producción ecológica. Podremos encontrar fresones, albaricoques, cerezas y peras de San Juan.

Se ha de incorporar al tarro la fruta limpia, con piel, cortada en trozos de tamaño regular y cuidando siempre de quitar los huesos en frutas como albaricoques, cerezas, peras y melocotones.

Se ha de poner en el tarro el mismo peso neto de fruta que de azúcar y no removerlo nunca. Por ejemplo: introducimos el mes de mayo 400 grs de fresones y 400 grs de azúcar, y en junio, 300 grs de albaricoques y 300 grs de azúcar. Otro día de junio, 300 grs de cerezas y 300 más de azúcar, y así cada vez.

Tendremos que permanecer atentos durante el verano y el otoño para completar la variedad de frutas y terminar la confitura, que estará preparada para comer en las fiestas navideñas.

Guardar el frasco bien tapado en un lugar fresco y oscuro.